Tony Marzo

Marzo había empezado con una buena nota. En efecto, durante la última semana de febrero acogíamos un intercambio juvenil “Emplayability” ,conectado con el programa de prácticas al extranjero Mobilicat, sobre cómo encontrar trabajo, y empoderar los jóvenes en frente a un mercado laboral muy competitivo. Había cuatros países representados, España con un grupo local, Alemania, Reino Unido y Irlanda. Personalmente tuve la ocasión de participar un poco a la organización y también a algunas actividades. Me ha gustado mucho la del “interview lab” que era una simulación de entrevistas de trabajo, fue una muy buena oportunidad de ponerse en situación y de reflexionar sobre sus propias competencias. Al nivel personal fue también una experiencia intensa y he tenido la ocasión de encontrar muchas personas y sobre todo, para mi gran placer, gente de la región.

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Participantes del intercambio en la playa

 

Un tema ocupaba bastante las conversaciones a lo largo del intercambio, pero imagino que ya sabéis de que estoy hablando: el coronavirus. Venido de China, este virus empezaba a llegar a Italia y a impactar todo el norte del país pero curiosamente, los gobiernos de Francia como de España tenían un discurso tranquilizador. Estábamos divididos entre preocupación y reacciones humorísticas en frente a la situación. La familia de Silvia, había venido para visitar la en Barcelona desde el norte de Italia y había comprado mascarillas para hacer una broma de mal gusto de las que me gusta y no sabía cuánto me serian útiles mas adelante…

La primera semana de marzo la hemos pasado contando los casos y la progresión implacable del virus en Italia como en España y, rápidamente, fue muy obvio lo que iba a pasar: no vamos a tener que confinar en casa. El pánico empezaba a apoderarse de la gente, que atacaban los supermercados. Pero me tranquilicé mucho viendo que no habían comprado la tortilla de patata con chorizo, el mundo no estaba totalmente loco todavía 

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Mercadona

El jueves, alrededor de la medio día, cierro la casa Baumann al público y decidimos de seguir trabajando desde casa. Después de una última reunión nos despedimos todos sin saber realmente cuando nos volveremos a ver. Los días siguientes fueron muy raros: con mucha ansiedad estuve siguiendo las noticias cada hora, cada minuto, cada segundo, contemplando el cierre casi total de Europa en lo que dos semanas antes, era una escenario de película. Así, el sábado, Pedro Sánchez anuncio el confinamiento, seguido por Macron dos días después. Los primeros días fueron muy extraños, tuve que aceptar que el futuro era, y es, incierto, que todos mis planes, pensamientos, deseos, no tenían más sentidos, o que, por los menos, estaban en pausa y que ni el día de mañana se puede prever. La humanidad, estaba perdiendo el control, nuestros gobiernos, que  se presenten como entidades infalibles, supuestamente compuestos de expertos que se encargaban de nuestros problemas, parecen perdidos casi aún más que nosotros. Y es muy interesante porque este virus, como cada crisis, revela de manera muy tangible como nuestra sistema esta disfuncional y cuando veo Trump y Boris Johnson diciendo que el sacrificio de una parte de la población es necesario para que las bolsas siguen funcionando, o que Alemania y Países Bajos están rechazando planes anticrisis mientras Italia esta a punto de explotar, me digo que vivimos en una novela distopica que Orwell o Huxley solo hubieran podido soñar escribir.  Después de una semana pasada mirando, cifras, curvas y gráficos y debatiendo de mil cosas con las compañeras, creo que he aceptado la situación, que me he dado cuenta que estamos en casa por un tiempo desconocido pero sin duda, prolongado. Una vez en cuando salgo para ir a comprar cosas, y parece que estamos en guerra, no hay casi nadie por las calles, y las pocas personas que están fuera llevan mascarillas, y te miran un poco raro, siempre de lejos. Es una guerra pero, el enemigo es invisible y lo puede tener todo el mundo, sin saber lo, lo que impide todos los contactos , lo mas difícil para nosotros animales sociables.

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La calle de San Pere durante el confinamiento

He pensado volver, pero he decidido seguir con mi proyecto, para mi propia seguridad y la de mis padres, para seguir teniendo un propósito, para mis compañeras de piso porque nos apoyamos mutualmente y para mis compañeros de la Vibria y todas la personas aquí que me acogieron, porque hemos empezado esto juntos y saldremos juntos. No sé que pasara mañana, y ojala la próxima vez que escribo este diario, estamos fuera celebrando todos juntos el final de la cuarentena.              

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Un saludo “social distancing”