
Soy Celeste Jafella, una voluntaria argentina en Rumania y esta es mi historia…
Mi aventura comienza el 1 de marzo de este año, cuando el avión aterriza en Craiova. Yo, mi equipaje y una mezcla de miedo y emociones. Era mi primera vez en Rumania y diferentes sentimientos estaban dentro de mí al mismo tiempo, no sabía cómo sería la experiencia, si había tomado una buena decisión, si estaba en el camino correcto. La verdad es que desde ese primer día, siempre me sentí acompañada y apoyada, tanto por la organización como por los demás voluntarios.
Mi historia es un poco particular y se divide en dos: Mi primer proyecto de marzo a agosto, y mi segundo y actual proyecto desde septiembre y que durará hasta febrero.
Al principio vine con la intención de llevar a cabo el proyecto Up4debate, pero dadas las circunstancias excepcionales de la pandemia, en un momento dado era la única voluntaria de mi equipo, por lo que la organización me ofreció unirme al proyecto LVIBailesti. Aunque al principio tenía mis dudas y no sabía muy bien de qué se trataba, hoy puedo decir que estoy contenta de haber tomado la decisión de formar parte de ese equipo.
Dos semanas después de mi llegada, me mudé de Craiova a Bailesti, con mis expectativas, mis sueños y con un poco de incertidumbre sobre mi rol en el nuevo proyecto. Poco a poco fui conociendo más acerca de este y mi compromiso aumentó. Día a día empecé a conocer mejor a mi compañera de casa y de proyecto, a la que hoy puedo llamar mi hermana pequeña, que sigue en mis recuerdos a pesar de la distancia. Empezamos a tener clases de rumano, a compartir momentos con los miembros de la organización y con otras personas de la comunidad. Comenzaron las reuniones virtuales con el equipo y la coordinadora, y cada día asumía más responsabilidades y tareas que, personalmente, me ayudaron a centrarme en el proyecto y no tanto en la situación que atravesaba el mundo en ese momento. Mi creatividad se expandió, empecé a escribir mis ideas, a ponerlas en práctica en diferentes plataformas y a generar contenidos para los estudiantes de Bailesti.
El primer proyecto me enseñó a valorar las pequeñas cosas bonitas de la vida, a valorar el tiempo, la amistad, el aprendizaje y el trabajo en equipo. Aprendí a amar Bailesti, la cultura rumana y la organización.
Cuando la primera parte de mi experiencia estaba llegando a su fin, la organización me ofreció quedarme otros 6 meses más, una decisión que no dudé en tomar. Quería quedarme y seguir creciendo personal y profesionalmente, quería trabajar con estudiantes, quería generar un cambio, por pequeño que fuera, sentía que mi experiencia aún tenía mucho que aprender, que atravesar.
El destino me trajo de vuelta a Craiova, de vuelta al proyecto Up4debate. Con una perspectiva diferente a la que había llegado en marzo, con nuevos desafíos pero en un mundo que ya conocía mejor.
El nuevo proyecto trajo muchas experiencias nuevas, confirmando que el aprendizaje está siempre en continuo crecimiento. Nuevo equipo, nuevas tareas, nuevo entorno. Mi compromiso con el proyecto ha tenido sus días buenos y malos, pero con el tiempo hemos aprendido a trabajar en equipo y a generar muy buenos resultados. Empecé a pintar de nuevo, algo que amo pero que no había hecho durante años; empecé a trabajar con estudiantes, una oportunidad que no había tenido durante los primeros meses; y con el tiempo empecé a sentirme parte de la nueva vida en Craiova.

Han pasado dos años desde que me fui de Argentina y 9 meses desde que llegué a este país; y después de todo este tiempo, hoy puedo decir que me siento en casa en Rumania.
La vida siempre te presenta desafíos, momentos difíciles y momentos llenos de felicidad. Lo importante es la resiliencia con la que nos enfrentamos cada situación y la fuerza que adquirimos de ella.
Si hoy pudiera dar un consejo, sería éste: “Si estuviéramos hechos para quedarnos en un solo lugar, tendríamos raíces en vez de pies”.
